Septiembre repite sus noches estrelladas y sus días de tormenta todos los años, invitándonos a jugar con nuestra conciencia y marearnos. Tengo prolijamente todo acomodado en mi cabeza, como si hubiera estado limpiando durante años sucesos pasados. Papelera de reciclaje, nunca al tacho.
Por una vez en todo lo que va de ese año, todo parece estar en perfecto estado y aunque le faltan algunas piezas al rompecabezas, esta todo demasiado estático como para ser modificado.
Después de tanto pensarlo, me encuentro demasiado cansada para ser la misma del año pasado.
Perdón a los vientos primaverales que vuelven cada doce meses, el hecho de que hoy no pueda simplemente seguirles la corriente. Tengo la cabeza en otro lado.
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