Un corte en la lengua, aguda y afilada, se recupera lentamente luego de perder las palabras que tanta falta hacían.
Este año se ha llevado mi capacidad de contar desde el corazón esa simple existencia y los secretos que guardo adentro solo se acumulan generando malestares innecesarios.
Luego de un verano sin gloria ni pena, un otoño robado y un invierno de ausencias, como negarle a los creyentes la creencia de que el cambio de estación traerá alguna que otra sorpresa, entre tanta tristeza y monotonía.
Ya no recuerdo como se siente florecer.