Es raro que no escriba cuando solía hacerlo cada día. Oculta tras mis palabras reconocí cada parte de mi ser. No me entiendan mal, esto no es una despedida. Como así tampoco, un intento desesperado de volver a una rutina.
En los vaivenes de la vida bailo. Reflexiono hasta el hartazgo, o al menos así lo hacía. El tiempo me hizo considerar que no todo debe ser revuelto una y otra vez, masticado lentamente y observado nuevamente. Hay momentos en los que vivir se vuelve más importante que sacar de ello arte. Incluso aunque extrañe un poco la poesía de mi historia. Nunca irrelevante.
Con esto dicho no quiero pecar de pedante, pues creo que la historia de todos importa, que todos importan más de lo que creen y que todos afectamos este mundo en el que vivimos, de diversas formas.
Solía sentir todo de una forma tan intensa que carcomía mis huesos y desgastada mi alma, al igual que la elevaba de vez en cuando.
Todavía me siento así de a ratos, sin embargo, no puedo evitar pensar que he llegado a un balance donde sostenerme errante. Entre sonrisas y llantos. Entre lo bueno y lo malo. Coexisto y me visto de realidad.
Incluso aunque las palabras no proliferen, sigo siendo aquella que quiero ser y se que algún día conoceré una mejor versión de mi misma.
