Estaba sentada en un banco de una plaza. Le gustaba ver a la gente pasar, observar sus expresiones, imaginarse un sin fin de historias que luego puedan llegar a cruzarse en esta ciudad. Le fascinaba eso de que su ciudad fuera un pañuelo, y le obsesionaban las casa viejas; sus historias. Cuando dejaba de flotar en los mares de su imaginación se cuestionaba preguntas sobre si misma, y trataba de contestárselas de la mejor manera posible.
Nunca le decía esto a nadie. Sus familia no lo entendía, como nunca la entendían a ella en general y nunca habían tratado de hacerlo. Sus amigos no lo entendían, la querían, la escuchaban, pero no lo hacían. No podía quejarse y no quería, simplemente no pretendía hacerlo.
Estaba sentada cuando todo se vino abajo y a modo de una carta dijo:
Nunca le decía esto a nadie. Sus familia no lo entendía, como nunca la entendían a ella en general y nunca habían tratado de hacerlo. Sus amigos no lo entendían, la querían, la escuchaban, pero no lo hacían. No podía quejarse y no quería, simplemente no pretendía hacerlo.
Estaba sentada cuando todo se vino abajo y a modo de una carta dijo:
Querida amiga:
Necesito que me hagas una promesa, de esas que no se rompen...
A veces, aunque no sea cierto, me encuentro entre la espada y la pared de lo que yo quiero ser y lo que ellos quieren que yo sea. No puedo evitar derramar mis lagrimas al sentir que nada me sale bien o que nada parece complacer a nadie, ni siquiera a mi misma. No es que quiera andar besandole los pies a todo el mundo, pero siempre fui una de esas personas que necesitan que alguien las guié de una u otra manera. Entonces de pronto cuando me encuentro ajena al lugar donde habito, ajena a aquellas personas con las que comparto sangre, y ajena a la realidad que me rodea, estas vos para recordarme que no soy aquel sujeto inservible como todos parecen pensar. Y cuando pasa mucho tiempo sin que nadie me diga que me quiere, ahí estas vos para hacerme saber que poseo la capacidad de general algo en las personas. De alguna forma todos aquellos pensamientos se van, todos los que parecían estar en lo cierto ahora están equivocados y yo respiro tranquila ante adquirir el conocimiento de que una persona piensa actualmente que estoy encaminada en el extraño mundo en que vivimos.
Por eso te pido (y aunque sea muy egoísta de mi parte) que no te vayas de mi lado.
Prometemelo.
Cántame una canción triste, y capas yo cante para alegrarnos.
Cántame una canción triste, y capas yo cante para alegrarnos.