el recordatorio de una juventud no tan antigua, de perfumes baratos
y delineadores rebajados con agua tibia, líquidos licuados de monotonía.
Te quería al costado de mi cama vacía, como un anhelo de anexo extraño
en el reverso de lo instantáneo, mi imagen salió oscura y removida
por historias previas que constantes acechan a plena luz del día, queman
al ser repetidas, como si brillaran por la distancia de sentirse vívidas.
Suenan relevantes en un presente, en un instante, sin demasiada alegría
y sin embargo se me agota la opción de subir el volumen y escuchar
con atención, pues el corazón liquida como protección el encanto
de hechizos lóbregos, de conjuros nocturnos, de bailes confusos
a la luz de la luna.
He llegado a comprender, que esta energía levanta espíritus egoístas
y se me ha roto el corazón permitiendo que se lleve a cabo un hurto
delincuencia de la amistad y el amor, con demasía convicción
para ser un simple error, cometido sin intención por un otro
al que siempre me encuentro lista para justificar.
