Delirando realidades.

Aceptarme y liberarme de aquel recuerdo, es aferrarse a un tiempo limitado. Esta olvidado cada asunto y en este presunto secuestro, mi mente a callado.
Voy a dejar que entres en mi cabeza, que pienses lo mejor cuando yo piense lo peor. Porque no hay cura para personas como yo, pero si hay suficientes distracciones, podemos brillar lo necesario.
Voy a olvidar por un rato que la suerte nunca estuvo de mi lado.

Please, please, please, let me get what I want.

Esta sembrando una idea en su cabeza. Fructuosa es su imaginación, la gloria de los soñadores despiertos.

Lo queres, lo tenes, por favor no lo dejes.

Esa es su plegaria del día de la fecha, en el mes de las desgracias, donde las cosas buenas no pasan.
En un juego de azar le deja su mano a la suerte, ante la necesidad de evitar tropezarse al atropellarse con la cantidad de cosas que extralimitan los bordes de su conciencia, de su sentir y de su hablar. Hace el gran esfuerzo de cerrar sus sentidos y dejar al tiempo ser relativo, porque nunca saldrán de su boca palabras que no quiera que escuchen tus oídos. Sus pies se mantienen en la tierra de lo certero, mientras estos inquietos le incitan a salir corriendo hacia aquello que quiere.
Porque ella sabe lo que quiere.

Quiere que duela tanto que vos tambien lo sientas.
Si es eso lo que quisiste, lo lograste, lo tenes, no lo dejes.
Ahora es mi turno.

Otoño efímero.

Una niña indefensa en la comodidad de tus brazos.
Resquebrajando corazones de cristal y fundiéndolos en sus recuerdos.
Viaja con la brisa de un otoño que cierra sus puertas.
Sueña en vos alta y habla para sus adentros.
Guarda todas las palabras omitidas en mutuo acuerdo.
Deja que el tiempo haga su magia...

...porque sabe que este nunca se equivoca.

La crisis que duro un segundo.

Camina,
se sienta,
respira,
suspira y aniquila su tiempo.
Todo al mismo tiempo.

Dale lugar a reflexionar,
su mente necesita hacerlo.
Exprimir su cerebro.
Es la prueba infalible,
de que todo esta en su lugar y en su momento.

Nunca mas normal.

Necesito conectarme con mi lado poético en la medida en que la realidad me arrastre cada vez mas al fondo de lo cotidiano. Estoy perdiendo la capacidad de amar lo que amo, observar lo que observo y sentir lo que siento.
Tal vez este es el precio que tengo que pagar por vivir con los pies en la tierra.