La gracia la pierde y la ignora. La costumbre de caminar las mismas calles, tomar los mismos colectivos; de ir al mismo lugar.
Las primeras risas embotelladas en desconocidas personas te abren las puertas de un mundo superficial lleno de sorpresas y sustancias; destrozando cada idea cuadrada de esta ciudad.
Y lo hiciste una vez, dos, luego tres.
Pero todo lo por lo que alguna vez cediste, es ahora otra anécdota estrellada en el camino, enterrada en el olvido; y todas las piezas que moviste están demasiado lejos de los rojos senderos que alguna vez, entre medias rasgadas y maquillajes corridos, recorriste igual de superficial.
Y lo hiciste una vez, dos, luego tres... y a la cuarta no daba para mas.
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