La niña no acoto nada, solo atinó a observar sus pies y acto seguido los enterró en la arena.
- Te agrada la constancia, te volves parte de ella. Te quedas firme a la espera de que siempre regrese aquella agua a mojar tus pies, incluso cuando el sol se esté escondiendo. Te encontras soñando despierto, y el tiempo se vuelve líquido también, pasando desapercibido -continuó explicando-. Cuando despertas te percatas que ya es de noche y hace frió, pero no lo sufrís, porque el agua cada vez está más alta. De pronto aquella sensación refrescante ahora te envuelve en su calidez y decidís sumergirte de lleno en ella.
- Wow -dijo la niña que parecía haber entendido aquella explicación, o por lo menos haberse fascinado con ella, y luego de un silencio mutuo pregunto-. ¿Pero no es peligroso?
- ¿Que? -dijo el.
- ¿No es peligroso si el agua puede llevarte? -Dijo la niña reformando su pregunta.
- No -contestó el fantasma mientras sonreía-. Es la idea.
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