3 de diciembre de 2015

La niña del rincón.

- Es como estar sentado en la orilla -dijo e hizo una pausa para formular la siguiente oración-, ves como el agua viene y va. Primero te roza levemente los pies y sentís un escalofrío que recorre tu cuerpo, pero dura un segundo. Entonces te quedas porque te agrada esa sensación refrescante que se mezcla con el calor de la arena.

La niña no acoto nada, solo atinó a observar sus pies y acto seguido los enterró en la arena.

- Te agrada la constancia, te volves parte de ella. Te quedas firme a la espera de que siempre regrese aquella agua a mojar tus pies, incluso cuando el sol se esté escondiendo. Te encontras soñando despierto, y el tiempo se vuelve líquido también, pasando desapercibido -continuó explicando-. Cuando despertas te percatas que ya es de noche y hace frió, pero no lo sufrís, porque el agua cada vez está más alta. De pronto aquella sensación refrescante ahora te envuelve en su calidez y decidís sumergirte de lleno en ella.

- Wow -dijo la niña que parecía haber entendido aquella explicación, o por lo menos haberse fascinado con ella, y luego de un silencio mutuo pregunto-. ¿Pero no es peligroso?
- ¿Que? -dijo el.
- ¿No es peligroso si el agua puede llevarte? -Dijo la niña reformando su pregunta.
- No -contestó el fantasma mientras sonreía-. Es la idea. 

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