30 de octubre de 2015

La única juez de mi mundo interno.

Siempre seguí un sendero de espera eterna, de paciencia nata. En mis aventuras recite una serie de reglas auto-impuestas, donde todo debía ser analizado el tiempo suficiente, sin excepciones. 
Nunca supe porque esa razón de ser. Tal vez era una excusa para tomar el valor que hacia falta en ese terreno, o en todo caso fui (y soy) poseedora de una mente demasiado analítica en algunos asuntos. De todas formas y aunque suene tan triste, todo esto me sirvió para nunca perderme en aquellos bosques que no conducen a ninguna parte.
Siempre pensé que seria así.

Quien diría que me iba a equivocar. 

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