14 de abril de 2020

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Días buenos. Días malos. Encerrados en la inercia que se presenta ante nosotros como una enfermedad. Porque lo es, dicho sea de paso. ¿Cuál es el sentido de comparar nuestras desdichas?

A veces siento que el mundo se empeña en vivir una competencia. Sea para registrar el dolor propio como más importante, egoísta, único, negando la existencia de un otro ajeno o para evitar practicar la auto compasión, tan necesaria a veces, porque el resto siempre la esta pasando peor.

Claramente no soy experta en el asunto y si hablo desde mi experiencia u opinión, no debería ser tomado como más que eso. Sin embargo, calculo que hay gente que no puede mirar más allá de su reflejo. No los culpo tampoco, sobre todo cuando sinceramente creo que desde que nacemos nos programan para pensar así. Tal vez habrá que comenzar a entender dichos dolores como la colección de un sentimiento que nos atraviesa a todos por igual, pero de diversas formas.

Formas que se amoldan con circunstancias tan únicas como las huellas dactilares que finalizan nuestros dedos. Es tal vez el compartir algo tan personal el puente para conectar con un individuo, que sin saberlo pudo haber sufrido algo completamente diferente y entenderte a la perfección de igual manera; y viceversa. Bueno, si todavía no me he dado a entender hay una palabra que lo resume todo.

Empatía

Cuanta falta nos hace y cuanto es necesitada en momentos como este.

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