19 de diciembre de 2019

Ni manic pixie dream girl, ni mary sue, ni una cool girl

Si la ficción de tu cabeza te atrapa indefinidamente, debo advertirte lector que es un poco difícil volver a la realidad. Te lo comenta alguien que vive prácticamente la mitad del tiempo soñando despierta y la otra mitad en alguna especie de planeta muy particularmente propio (en donde probablemente escuchar música por streaming sea gratis).
Dejé de explicar mis formas de ser hace tanto tiempo igual, bajo la creencia de que eso debilita un poco el espíritu. Resulta que descubrir lo innecesario que es dar explicaciones al mundo nos quita mucho peso de encima, quién lo diría. Sin embargo, cada tanto me gusta frenar los intentos de poesía y decantar mis pensamientos en algún texto poco coherente y poco leído.

Hay algo en el estereotipo forzado que solo nos perjudica. Lo hemos visto en todo libro o película. La mujer sumisa, la heroína, en la tragedia y en la comedia. La rebeldía o la pereza. 
No voy a negar que durante nuestra juventud encajamos como piezas de rompecabezas en ciertos adjetivos que rozan la genérico, la parodia o lo burdo.
El problema no esta en ser la damisela en apuros, la ama de casa o la rebelde sin causa. En realidad se origina en la necesidad de tener que representar esos papeles, muchas veces ante la superficialidad que tanto exige esta sociedad y sus eternas imposiciones o en ser la opción más sencilla para llamar la atención.

Definitivamente no quiero ser aquella chica que salva al chico de sus penas y complejos. No quiero que me pongan en un pedestal y tampoco deseo convertirme en una bella chica que solo pretende ser copada para atraer a alguien. No quiero que me digan cual halago "no sos como las demás" porque no me interesa ser mejor que nadie o más que la de al lado. 

Yo soy... yo.
Y creo que no hay nada más correcto que mantenerse fiel a uno mismo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario