No pretendo convertirme en una parodia de mi misma, ni caer una y otra vez en los clichés de mi vida, sin embargo poseo la capacidad de reírme de mis chistes internos, con los demás, pero principalmente conmigo por más extraño que esto suene. Dejando un poco de lado la comedia, aún sin caer en la tragedia (estamos grandes para eso), me encuentro conforme y conflictuada a la vez con estos procesos de aprendizaje tan dolorosos como enriquecedores.
Nada de esto tiene sentido, ¿verdad?
Esta bien que no lo tenga.
Por primera vez en muchos años de pelea, me entiendo y me comprendo, en mi mente, en mis reflexiones, en mi soledad. No puedo así, no sentirme orgullosa de aquella persona que le dio una patada a la depresión por su cuenta años atrás. A veces me olvido de a ratos lo bien que se siente estar en los zapatos de uno, salir a caminar la ciudad y observar sus fantasmas con una sonrisa puesta en el futuro, pero, con ambos pies siempre en el presente.
Nuestra historia es más linda con música de fondo y lo bueno es que cada uno decide que canción suena.
Al menos yo lo intento.
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