19 de junio de 2017

Honey, I know.


Cometemos el error de creer que ciertos lugares siguen siendo nuestros. Amparados bajo falsos conceptos, enredados en sabanas que huelen a soledad.
Nos encontramos en tazas de café de aguas cálidas y tierras fértiles en sueños y leyendas, pero despertamos en ocasos carentes de oralidad, condenados a exilios excéntricos y pocos fructuosos.

Encuentros fortuitos desaprovechados por la regencia de honores muy viejos.
Tímidos escudos que de tímidos nada poseen. Encantos invisibles ante una cólera (des)atenta.
Somos niños caprichosos por destino.

¿Hubiera sido distinto si las palabras fueran diferentes, menos indiferentes, menos sometidas?. 
Yo ya se la respuesta.

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