No siempre fue así quiero creer, pero de chica nunca solía darle tanta importancia a aquellos lazos familiares. Simplemente eran papa, mama y carla. Mi familia.
Pero la gente crece, desarrolla una personalidad y gustos propios. Y aquellas personas que algunas vez estuvieron en lo mas alto fueron remplazadas por canciones de tres acordes y voces llenas de pasión, sentimientos y años de fumar cigarrillos.
Así soy yo, vivo en un mundo que se mueve a un ritmo diferente del de ellos, prefiero sentarme a tocar la guitarra todo el día, a escuchar música, pero ellos son mas clásicos, mas comunes y parece que no coincidimos en cuestión de gustos, lo que empobrece la ya de por si pobre comunicación entre nosotros.
Y esta aquella madre que parece obsesionarse por el orden y la limpieza, que critica a su hija cuando esta mira programas "aburridos de discovery" mientras ella mira puro chimento argentino, que no le gustan los abrazos, los te quiero. Que básicamente se desinteresa por todo lo que tenga que ver con mi persona.
Aquel padre que parece ser un sol, y que a veces llega a iluminarme de verdad, que me escucha, o por lo menos lo intenta, pero que tiene maneras muy pobres de hacerme razonar. Que descarga sobre nosotros sus frustraciones laborales.
Una hermana que me trata según su estados de animo, que me habla por conveniencia, que piensa que soy estúpida y que no sirvo para nada.
Una pendeja insegura que se la pasa escuchando música, que habla en vos alta, canta y suele dejar para ultimo las labores de limpieza. Que a veces se vuelve caprichosa, que sin embargo espera para obtener lo que quiere, que se siente incomprendida.
Las joyas familiares, esas que prefieren entregarles y darles lo mejor a sus hijos pero que se olvidan que dejaron un gran hueco vació, que no se puede llenar ni con la mayor cantidad de vienes materiales. Que parecen no conocer la palabra comunicación.
Que nada les conforma.
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