se presenta con estandartes populares de risas
como música de fondo que recarga baterías
a punto de ser desechadas por falta de uso
sin intentos deliberados, sin previo anuncio
te devana despacio desarmando las partes
que tanto costó aunar en armonía, se pierde
la sintonía en desencantos, de arribos
innecesarios que generan menester
de ambientes nocturnos empalagosos
donde se apropia la dicha sin consuelos
al mostrar cada cicatriz del cuerpo
incluso aquellas que aún permanecen frescas
suficiente tiempo para concluir en lo inesperado
de volverse parte de un todo extraño, jugando
juegos de simples disimulos, destinados
a perder en cada nueva partida, otro amanecer
para expirar en fechas seculares, veleidoso
como pensamientos posteriores que no se apartan
ni en la distancia divina y ¿qué se puede hacer
con el manojo restante de palabras no manifestadas
que comienzan a arder, cada vez, más fuerte?
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