11 de septiembre de 2014

Camino a casa.

Te anunciaste con la caída de las hojas y tu luz se escurrió entre las ramas vacías de aquel árbol.
De una manera tan serena, firme y hermosa, justo a tiempo, un cuarto después de las diez.
Un deleite inquietante para un alma cortada por las agujas de un reloj.
Una inspiración para las luces de la noche.
Las melodías urbanas se enmudecieron, y los ritmos internos se aceleraron en la confusión.
Me envolvieron cruzando de calle para observar mas claramente lo que en fondo no era un misterio.
Un llamado de un numero desconocido al que me atreví a atender.
Y en la metamorfosis del asunto me halle en tu mirada. Imponente, insatisfecha o tal vez resignada.
Nunca dude, de haber tomado el camino correcto, siguiendo el atisbo de la luz que quedaba. Filtrada por el peso de la realidad. Sellada al fin, en aquel intercambio de sentimientos.


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