Mis lagrimas no se derraman ante lo ojos de ningún inocente. Creo que deberías saberlo. El orgullo es demasiado fuerte, prefiero el silencio, y a estas cuatro paredes que nunca sacan de contexto a los pequeños destellos que recorren mis mejillas.
Pocos han presenciado este acto y pocos lo harán, evitando a la lastima y a la empatia. Hasta que nos consuma por dentro y se nos acabe el tiempo, pocos escucharan mis desdichas.
Te doy la llave y te permito pasar.
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