La intermitencia no me sirve, no me es natural, no funciono con inconsistencia. Aprendí que la paciencia es algo que se cultiva lentamente y se riega día a día. Así me río de la desgracia y te comparto una sonrisa, nunca leve, nunca tímida, nunca forzada.
Quiero apreciar la distancia y extrañar la cercanía. Quiero levitar en la fortuna que no augura ningún futuro posible. Porque estoy presente en el presente y me planto en él y de el me alimento. Cómo guarnición a la esperanza que espanta la tragedia. Hoy me muevo en dirección hacía lo que quiero y lo que necesito y lo que deseo. Que es exactamente lo mismo, al fin.
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