3 de noviembre de 2019

Divagando

Si miro en retrospectiva no marcho en reversa. No marcho a consciencia, no retrocedo ni dos pasos más.
A veces me cuesta porque me tomo mi tiempo para llegar a algún lugar y cuando estoy ahí mi mente divaga con la idea de nuevas ubicaciones espontaneas. Pero hay algo de sabroso en el camino, de la compañia certera, la vista preciosamente mundana y la canción exacta para el momento exacto. Hay tanta magia desparramada por ahí que me cuesta afirmar que toda la maldad del mundo pueda ganar esta guerra, incluso la maldad de mi cabeza.
Las mejores decisiones de mi vida fueron aquellas que implicaron despegarme de aquellas toxinas perfumadas. Como canto de sirenas a un Odiseo atado, hay cierta tendencia que nos encuentra en la carencia y nos desgarra el alma en pedazos. Es romper con el ciclo y bailar de dicha hasta que la noche se transforme en día, lo que aleja la desgracia. Fácil no es pero tampoco aburrido.
Ay ay ay, no se y no saber no me despera. Será porque no espero nada y se que al final todo siempre llega en el momento justo.

El mejor regalo es quererme mucho más de lo que ayer me quería.

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