26 de octubre de 2019

En vivo

¿A qué clase de fuerza mayor sucumbimos a diario? 
Un misterio como guia entre momentos agrietados. Recuerdos empañados y memorias agudas, de zapatillas en peligro de extinción, remeras pintadas con pasión y nuevo corte de pelo, muy necesario. 
Si han pasado diez años; de un canto olvidado, de un verso plasmado en el fondo de algún antro al que nos atrevimos a entrar en nuestra condición de niños, porque niños eramos. Los mismos niños que en este preciso momento están descubriendo el punk (o cualquier otro género musical porque acá no discriminamos) y estan entendiendo que alguien entiende lo que están sientiendo, pero más importante alguien lo esta diciendo por ellos, alguien los ha escuchado desde lejos, alguien se siente más cercano que la persona de al lado, alguien los comprende y ellos lo comprenden al escucharlo. 

Imposible ponerle precio a la energía que trasmite un cúmulo de gente disfrutando de un mismo espectáculo.
Hay algo de la música en vivo que siempre deja en alto las vibraciones de los cuerpos, en el indiscutible contacto que se genera cuando algo nos moviliza tanto, tanto, tanto que nos inspira a agarrar un instrumento, a hacer arte de cualquier tipo, a escribir un par de palabras en honor a ello.

Si sentís que una canción comprende tus sentimientos entonces nunca vas a estar solo... y yo nunca estoy sola porqué la música es mi eterna compañera.

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