16 de marzo de 2019

Planetas retrogrados

Evitar hablar sobre el dolor como si pudiera convertirse en algo crónico solo con la salida del sol y la puesta de este. Es como si las lluvias de todo este verano hubieran borrado su retrato, el cual claramente estaba pintado al agua. Tal vez un poco a consciencia, ante la inercia de la vida.
Pero por qué evadir mis realidades pasadas cuando ya son parte de otras vidas. Sobre todo teniendo en cuenta que ese dolor no es doloroso, es mas, no es dolor, ni sufrimiento, ni angustias, ni tristezas.
Es, en su pura consistencia, absoluta y rotundamente... nada.
¿Es eso lo que dejaste en mí?
Creo que es mejor así, que un rastro constante de contradicciones, apatía y odio, cuando yo le perdí la paciencia a los que buscan lastimar hace demasiado tiempo. Y, aunque de santa no me visto, se que un poquito de uso le di a todo el suceso solo para probarme a mi misma una y un millón de cosas; para ser siempre mi versión mas fuerte ante cualquier tormenta.

Si hay algo mas que decir, sin omitir mis falencias de las cuales no me enorgullezco, es que nunca estuve dispuesta a beber de su veneno. Una bebida caprichosa de atención y descontento disfrazada de dulce néctar, con una etiqueta que tapaba a alguien gritando desde lejos:
"juventud no equivale a inocencia".

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