En la redundancia de una rutina demasiado típica, en el luto por tanto tiempo perdido, en la alienación de nuestras almas.
Al final de todo eso, hay un vos, hay un yo y hay un nosotros.
El mejor consuelo ante tanta vida no vivida. El mejor descubrimiento entre tanta gente vacía, desagradecida y superficial.
Un mundo compartido donde los de afuera no existen. Y aunque sean conscientes de este y puedan estar en desacuerdo, sus voces son absurdos sonidos que no pueden lastimar ni al oído mas delicado.
Ni al corazón mas blando.
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