Parece que este invierno disfrazado de primavera prematura solo nos congelo los corazones, incluso a los amantes con el órgano mas abrigado. Suena todavía mas frió mencionar el hecho de que intentamos por sobre todo sobrevivir esta hipotermia emocional. Encandilados con el pensamiento de que solo son males pasajeros, que provistos de un buen medicamento pueden ser curados. Pero cuando las cosas no parecen mejorar las decisiones se presentan como puertas en nuestras narices. La idea de encontrarnos bajo un techo que nos proteja es demasiado tentadora, sin importar que en aquel lugar nos enfrentemos a carecer de compañía.
Al final de cuentas, cuando la ilusión de un mañana mejor es aparente, agarramos la llave, abrimos, y somos conscientes de las consecuencias que ello conlleva. Recitamos nuestros versos menos dolorosos y mas transparentes, en una forma de despedida y cierre que cualquier persona se merece, pero no podemos evitar convertirnos en aquello que mas despreciamos. La causa de aquel dolor ajeno que nunca quisimos causar.
No se nos permite escaparnos de ser una zorra fría o un rompecorazones, y eso genera mucha mas angustia de lo que ustedes puedan creer.
No se nos permite escapar de ello, pero tal vez tengamos que serlo.
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