24 de febrero de 2015

Desasosiego

Corre la aguja del reloj y nada pasa.
Que inquietante la espera de lo eterno. 
Tanto que hacer, Tanto que pensar...
Y nos olvidamos de las victimas que no fuimos. 
Encerrados en noches de tantos recuerdos. 
Derramando demasiados vasos por mi rostro.

Si, me declaro culpable, del orgullo de estar un poco rota por dentro. 
Pero siempre carece de importancia cuando el sol se asoma por nuestros pagos. 
Iluminándonos con la gracia de que mañana sera un día diferente.

Y de pronto todo se acelera.
Las hojas de los arboles me llenaran de dicha.
Y el frió nos congelara los corazones.
¿Sera esa suficiente razón, para desaparecer?
Cuando las cosas quedan en parte, a las manos del destino, tal vez no debamos acelerar los procesos.
Cuando las flores florezcan de nuevo, espero escucharte reír otra vez. 

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