9 de abril de 2013

Remitente

Tenia ganas de escribirle una carta sin razones. Le encantaba sentir que el filo del papel no era el arma en aquella escena del crimen, sino las palabras que con paciencia plasmaba en aquel rectángulo de papel. Nunca tuvo miedo a mancharse con la tinta de sus errores. Solía dejarse llevar por aquel conjunto de letras porque siempre sabia que decir, sin embargo le costo describir aquel encuentro de palabras disfrazadas, protocolos sin sentido y silencios eternos. Hizo su mejor intento. Algo la ilumino por dentro cuando recordó el día en que sus manos se rozaron y dejaron de lado por un momento, aquella metrópoli de gente ajena y lastimada. Menciono aquel otoño vagando por la ciudad que nunca fue mas urbana, cuando movieron sus cuerpos hasta la rivera de un rió que no lo era, sonrieron y pidieron un deseo que fue su mejor secreto hasta el día de hoy. 
Tenia ganas de escribirle una carta porque simplemente se podía, pero el destinatario no existía, así que se acordó de escribir bien el remitente.

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