23 de enero de 2012

Un enero fantasma en la ciudad donde todo esta hecho.

Se supone que las vacaciones son el momento perfecto para hacer todo lo que en el año uno no hizo. Pero acá estoy, en el mes mas veraniego de todos, sin nada mejor que hacer que lo mismo de siempre. Con una rutina que se basa en dormir y recorrer una ciudad fantasma.
Aquella apatía de octubre vuelve contemplando la desgracia de desperdiciar los días del mes corrientes. Entonces me limito a quejarme de mi propia existencia y mis pocas ganas de moverme, justificadas por la sensación térmica de 35º C. 
Sin ganas de salir a transpirarse la vida; de ir al mismo parque que fuiste ayer, ante ayer, ante ante ayer y todos los días de la semana pasada; de tomarte la vida y hacer cualquiera; y para colmo de quedarte en tu casa no haciendo nada; caes en el circulo vicioso del "adolescente carente de trabajo, que no sabe que mas hacer después de desperdiciar medio mes no haciendo nada" y terminas encontrándote en el mes de marzo, rogando que llegue diciembre de una buena vez.



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