11 de enero de 2012

A veces no es tan complicado (es solo lo que parece).

Es dificil ser adolescente.
Desde los 12 en adelante (y lo digo asi porque realmente no se la edad exacta en donde termina esta etapa), nos encontramos de la noche a la mañana, con que nuestros pensamientos infantiles ya no son viables (basta de pensar solo en jugar con tus amigos, con tus juguetes, mirar la tele), con las responsabilidades que nunca tuvimos que cumplir (es hora de empezar a estudiar antes de los exámenes, de ayudar en la limpieza de la casa, ect.), con la realidad de un mundo que no conocíamos o parecíamos ignorar (las guerras, la política, lo ilegal, la verdad, la mentira, la moral, la ética, la sexualidad, la belleza, la sociedad, la educación, la historia, la discriminación, la soledad, el dolor, el simple poder que tenemos de elegir lo queremos.).
Y a todo esto se le suma:

  • Todas la dudas de enfrentarse a nuevas experiencias.
  • Ser aceptados por un grupo de gente.
  • La presión y necesidad de encajar en lo que se considera normal.
  • Hacer que los padres se sientan orgullosos de uno.
  • Los cambios físicos que atravieza el cuerpo.
  • Encontrarse uno mismo, a su personalidad.
  • Entender que ya no existe aquella burbuja color rosa de inocencia e ignorancia.
Entonces ¿Por donde carajo empezar?. Hay tanto que puede que uno se lleve uno que otro mal recuerdo, pero después de todo todas aquellas vivencias te preparan para el adulto que vas a ser algún día.
Es como nacer, crecer, reproducirse y morir. Así de inevitable y necesaria.
Y aunque la mía no haya concluido todavía. Y aunque no me guste hacer afirmaciones.
Es hermoso vivir esa etapa.

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