arrepentirse y siempre maravillarse
con lo patética y hermosa
que es nuestra existencia.
Acostumbra a la inercia de las
palabras, como un cumulo que
se desliza de manera pasiva
por nuestros torpes labios.
De pronto ya no hay lugar, para
los golpes ni para opiniones
diversas; ni para todo aquello
que tiene mas que ver con otro
que con uno mismo
Hay algo con la edad que llega,
derriba y conquista atardeceres.